20 mar 2017

Hija del dueño y de la tiznada

Un día, de hace ya mucho tiempo, salí de casa a plena madrugada movido por la ansiedad de estar falto de trabajo, de dinero y sobrado en fantasmas y culpas. Estaba caminando por la calle, la cual permanecía vacía para ambos horizontes y decidí entrar a un bar que se veía de mala muerte. El aroma agrio y la música horrible no me llamaron la atención pero si la gran cantidad de gente que se había para el ambiente que transpiraba el lugar, así que entré por curiosidad. Al menos-, dije- la cerveza estará muy barata- concluí.- Eso o aquí alguien me ofrecerá alguna droga.

Miré lo que parecía ser el salón principal y ninguna mesa estaba vacía, no llena pero, repartidos en toda el área, se encontraban personas de rostros duros o cansinos, de humores fuertes como las bebidas que tomaban. Se encontraban ahí, sentados, perdidos en un trance producido por el pasar de la luz artificial a través del espacio turbio de sus cervezas. A pesar de ello, sentí su sorpresa al interrumpir aunquea sea por unos segundos su ritual de limpieza. Huí de aquellos leales parroquianos que advirtieron mi llegada como la de un ajeno y tomé un lugar en la barra, la cual parecía estar reservada específicamente para forasteros como yo. Ya en mi silla alta frente a la barra, o lo más cómodo que se pudiese estar en un sitio como este, observé el precio en el espejo. Efectivamente  era muy barata así que me acomodé mejor, sintiéndome más tranquilo sobre mi cartera, y pedí una clara para abrir boca.

Entre tarro y tarro, encontré la tan buscada serenidad alcohólica que buscaba, y una palmada en la espalda me hizo darme cuenta cuenta que ambas de mis suposiciones eran verdaderas. Una chica, la cual no había observado en mi registro inicial del lugar se acercó a hurtadilas más por la espalda.
- ¿Quieres algo de hierba?
- Noup.- Respondí sin voltear.
- Oh, quizás algo más fuerte, ¿met? ¿Dimt? ¿Tris?
- No.
- Oh, okey. Como digas anciano.
- ¿Anciano?
La chica se alejó y fue cuando voltee realmente a verla. Era joven, nada especial, regordeta y algo prieta, pero si joven, demasiado joven para estar en un lugar así. Gente vino y se fue. Y para la novena y onceava botella ya sentía que ya podría ser parte de aquél tribu de enagenados.

La chica volvió luego de algo de tiempo.
- Entonces, ¿qué haces para divertirte? ¿Solo beber?
- Por ahora, si... bueno, eso hacía. - dije mientras me levantaba de mi silla.
- No espera, ¿a dónde vas?
- Fue demasiada diversión para mí por hoy. Pagaré mi cuenta. -dejé el cambio exacto sobre la barra el cual el cantinero tomó-.
- ¿Quieres saber que rollo conmigo? ¿Cierto?
- La razón por la cual estás aquí es algo que no sé, si... pero hay muchas cosas que no sé también, así que... 
- Mi padre es el dueño de este lugar. Él me deja estar aquí.
- ¿Ah si?
- Si. Mira. Hey, Loot -señaló al cantinero con la mano mientras le guiñánba el ojo- tráele algo de, ¿Qué estabas bebiendo? Una oscura para mi nuevo amigo.
El cantinero respondió de inmediato a su gesto y me trajo otra botella.
- ¿Es para mí?
- Solo si quieres hablar.
- Mira, no quiero problemas.
- Solo los tendrás si haces algo estúpido. Mira, este es el bar de mi papi. Si no haces algo que yo diga, o te pasas de listo conmigo, cualquiera de estos hombres rudos vendrán y te partirán tu madre... -mientras señalaba con la mirada a la banda de hipnotizados- Es eso o puedes quedarte un poco. No habías venido nunca, ¿Cierto?
- No.
- Entonces bebe.
Asumí que era una especie de soborno para que me quedase y me zampé la botella de un trago.

Las palabras comenzaron a fluir así como la cerveza pero la mayoría de la plática realmente se concentró en preguntas de ella sobre mí. Su nombre era Yossimara, pero quería que le llamaran Yossi. Resultó que verdaderamente era la hija del dueño del lugar y efectivamente era menor de edad, no estudiaba ni tenía trabajo. Su padre no se molestaba con que vendiera o consumiera droga, pero que si mientras esta fuese inyectable o que lo hiciera dentro de su bar, pero toda la clientela le conocía y estaban en un acuerdo de caballeros entre ellos mismos, que le protegerían en el caso de que algo malo le pasara, al menos dentro del lugar. 

Terminé otra botella y solté un fuerte eructo.
- Disculpa. Bueno, eso es suficiente para mí. Gracias por la entrevista, Yoss, por la cerveza.
- Achis.
La chica puso cara rara conforme me iba levantando. Me despedí con un ademán ligero con la mano y al llegar al marco de la puerta, de forma estrepitosa vino otra persona por detrás de mí y me sujetó del cuello. Forcejeamos un poco pero de inmediato me di cuenta que era inútil, el hombre me doblaba en tamaño, peso, y yo estaba demasiado ebrio.
- Creo que falta algo en tu cuenta.
- ¿Cómo? -balbuceé con lo poco de aire que pude tomar.
- Yossy dice que tienes razones para no irte de aquí.
- ... ¿disculpa?
- 120. -agregó Yossimara.
- 120 razones exactamente.-replicó mi captor.
Entre el forcejeo y la sorpresa, pude sentir como el efecto sedante del alcohol se iba perdiendo y con mi reflejo asustado en el espejo me pude dar cuenta. Debía 6 botellas. Las 6 de la entrevista.
- Perra madre... -gruñí con mi mandíbula inmóvil por el nudo de brazos gorila de Yossimara mientras alcanzaba el bolso de mi pantalón por el dinero.
- Toma.
- Yo no quiero tu dinero.-dijo mientras me soltaba abruptamente.
- Claro.
Pagué la cuenta al cantinero silencioso, a lo que Yossimara sonrió burlonamente.
- Gracias, y vuelve pronto.
Me reacomodé la ropa y me fui cuidandome mis espaldas hasta que por fin perdí de vista el bar.

Nunca volví, creo que eso no hace falta decir.

1 mar 2017

Las insolentes aventuras de Cristina Pacheco

La toma inicia con un primer plano de la señora Cristina Pacheco. A sus espaldas sobresaliendo del despeinado característico de la señora Pacheco y cruzando la calle, el Mercado Campesino Doroteo Arango cubierto de lonas desgastadas de izquierda a derecha y remolques y camionetas con huacales hasta el tope de sus cajas. 

- Hola buenas tardes. Y me encuentro el día de hoy en la delegación Temamaztlán, del Estado de México donde vamos a recorrer los pasillos del callejón de lo arcaico. El mercado Morelos, donde muchas de nuestras bellas y antiguas tradiciones de nuestro México resisten a los embates del tiempo. Acompáñenme.


El mercado luce limpio a la tenue luz que emerge de entre los tendidos de los puesteros, probablemente debido al apuro higiénico de los dueños de locales de tacos, tamales, pulque y jugos naturales. Se pueden ver animales de granja en pequeñas jaulas, más sin embargo de aspecto sano, juguetes de madera, adornos de cerámica para los interiores y exteriores del hogar y plantas exóticas y frutales en bolsas plásticas, listas para plantar.

- Buenas tardes, ¿cuál es su nombre?
- Mi nombre es Carlos Maximiliano de Jesús Dionosteromías Martínez Urbina
- ¿Y cómo le gusta más que le llamen?
- Aquí, en el mercado, me conocen como don Dono
- Bueno, don Dono. Pintoresco ¿A qué se dedica usted? ¿Qué hace usted aquí en el mercado Morelos?
- Me dedico a la fabricación de velas… de la manera tradicional yo hago velas para…
- ¿Qué tipo de velas? ¿Qué clase de velas hace usted?
- Pues mire, usted verá, yo hago velas de entierro principalmente pues… la que más se me vende, la que más se mueve. También tengo también para quinceañera, es también la andan pidiendo mucho los clientes, la vela regular, la blanquita chavalita, esa siempre se mueve, la de forma de flor, esa últimamente la están pidiendo mucho. Orita por la temporada, la vela para la corona de adviento, también… pues el negocio es mucho de por temporadas, verdad. Más que nada y también lo otro es…
- ¿Y qué temporada es la mejor para usted? ¿En cuál época del año le va mejor en el negocio?
- … pues como le digo, orita a finales de año pues, se mueve mucho lo que viene siendo la vela de la corona de adviento, me la están pidiendo mucho. La vela para el nacimiento esa… también, decorada últimamente se está moviendo mucho, en forma de angelitos. De noche buena.
- Me está diciendo usted que tiene velas decoradas, ¿qué vela es la más complicada de hacer para usted? 
- … pues vera usted, la de…
- ¿La vela la que se le dificulta más de hacer?
- … pues… verá usted… pues… las de forma de flor… como esta chavalita que tengo aquí a lado. Ésta en forma de Casablanca, me la andan pidiendo mucho para quinceañera mucho. Y si está… complicada de hacer.
- ¿Y cuánto tiempo tiene usted de hacer velas de este tipo? ¿Cuánto tiempo tiene en el…?
- VERA USTED YO TENGO… a mí mi padre me enseñó cuando yo estaba chavalito. Tenía yo, he de haber tenido unos…
- ¿Cuántos años tenía?
- 10, 8… años. Chavalito… que estaba.
- Parece una persona que guarda consigo, con mucho cariño, tradiciones y la cultura de nuestros antepasados, usanzas que últimamente han caído del gusto popular, ¿es usted comunista?
- Pues sinceramente no sabría decirte a usted. Desconozco… sobre eso, verdad. Del tema.
- ¿Cómo le ha afectado con los nuevos tiempos… la compra de la vela comercial… a usted al negocio?
- No pues, a veces… la gente pues… por necesidad, verdad… clientes de años… compran… pues, la opción más barata a veces, lo que es más que la puritita verdad. Se van por lo más cómodo.
- ¿Cuántos años tiene usted?
- 87… en un mes estaré cumpliendo yo 88. Chavalito, jajaja. 
- ¿Y cuál es la vela que se le vende más?
- Oh, pues, le decía yo, verá que… la de entierro más que nada… para cuando hacen sus…
- ¿Le ha afectado a usted al negocio? ¿Qué la gente ya no muera? ¿El seguro popular?
- ¿Cómo?
- ¿Cuántos años tiene vendiendo velas?
- Pues verá… unos…
- Veo que usa colores brillantes para el decorado de velas, ¿alguna vez se ha intoxicado con sales de mercurio o plomo?
- ¿Mercurio?
- ¿Y con el negocio? ¿Cuánto tiempo lleva usted en el local?
- Mire yo señora…
- Decía que vende velas de quinceañera, ¿vende velas a menores de edad?
- ¿Qué?
- ¿Les pregunta por su identificación?
- Señora. Le voy a tener que…
- Así termina… le agradecemos a Don Carlos la entrevista, muchas gracias.
- Y yo benditos que no tengo nada porqué agradecerle a usted señora.
- Y así, terminamos. Aquí le tomaré una velita. Muchas gracias.
- ¿Qué?
- Ese fue don Toño del Mercado Juárez. Agradecemos la entrevista que con mucha cariño nos ha brindado y así mismo, decidimos decir adiós a su negocio dónde las pasadas e innecesarias tradiciones pecan de inocencia y frugalidad frente al incontenible pasaje del tiempo y la inminente entropía del cosmos.

Tira la vela al suelo sin restarle importancia. La toma se disuelve desenfocándose en el gris de una pared de un negocio sin terminar de enjarrar del Mercado de Abastos Juan Charrasquiado.