19 ene 2017

Cuentos de hadas de almacén

Conseguí un nuevo trabajo en la parte sur, ya en la periferia de la ciudad. El camino de todos los días consistía en ver como lentamente el paisaje se iba tornando, de aparatosas y ostentosas casas dentro de fraccionamientos privados, a boutiques, restaurantes y centros comerciales de poca monta y cada vez más desperdigados unos de otros, hasta llegar finalmente a agregados de casuchas rematadas de parches pintura deslavada, láminas de acero inoxidable y suertes de poleas, cuerdas y lonas las cuales iban ahogando árboles que nacían en la calle y desembocaban en el techo de las casas. En estas áreas de la ciudad pululaban talleres mecánicos grasientos, comederos improvizados al aire libre, bares con promociones en cervezas más baratas que la propia agua, templos evangelistas y bautistas y almacenes para los excedentes de las empresas.

Tenía ya varios meses trabajando y, a pesar del cargo en el cual me encontraba, durante los descansos, la mayoría del tiempo libre lo compartía con los empleados de intendencia o mantenimiento. La verdad es que siempre he tenido esa tendencia y me siento más cómodo platicando y conviviendo con empleados de "menor rango" al mío. Los empleados de mantenimiento o intendencia siempre suelen ser los que tienen las mejores pláticas, sus vidas son reales. Vidas reales de problemas reales. La plática del asalariado común está basada en los hijos, sueños de aspiración frustrados, chambas que nunca logró cristalizar en su segundo empleo por cuestiones de envidias y más tristemente aún, la última gran panacea para bajar de peso y contener la gastritis. En cambio, los temas de aquellos río abajo no son sobre hijos que presumir o qué comparar, son de hijos que sacar adelante. Los sueños de aspiración frustrados son sacar el título en la nocturna manejando el trabajo en la mañana, hablar de una mejor de opción de trabajo porque el nuevo cuñado conoció a alguien y su segundo trabajo es vender de medio tiempo cosas por catálogo, siendo el control de la gastritis o el sobrepeso una de las especialidades del nuevo producto del catálogo de la compañía NutraLife.

El guardia

¿La colonia Morelia? No si, esta colonia, bueno, los alrededores era pura terrasería licenciado, desde la avenida Santa María de allá el fondo hasta acá a la altura Harold Suárez. No no no, si yo antes podía... uno podía todo. Venía de pescar del río, uno podía bajar como si nada, con el sol pelón acuestas, nada más una hielerita para lo que cachábamos... no era mucho pero a veces tenía uno suerte otras veces no, veda'. Total uno jampas venía cargándola de okis'. Total, pues pura salidera la de uno. No tremendo, si antes... antes uno tenía mucha libertad verdad. Pues claro, los padres se lo sonaban, ¿cómo no? Claro que por eso teníamos muchas libertades... a la primera uno que reclamara o le saliera con una soncera pues.. uno buen puesto y... pare usted de contar. No, mi padre que DioslotengaensuSantaGloria' siempre... buen padre verdad.

Luego ya crecía uno, pos la cosa cambiando. No si... un amigo de ahí mismo, justamente por aquellos tiempos estaban creando el penal. El penal del estado. No una cosa tremenda. Total, tenía mi palomilla. Ahí nos juntábamos... las mañas se le pegaban a uno pero con nomás' recordar el cintarazo, no pues en casa ni las luces verda'. Y no es que uno andubiese haciendo algo malo, le digo. Era más pues... pues la misma libertad que había. Uno si se pasó una vez... este... el flaco este -truena los dedos y frunce el rostro- Carlos... se apellidaba Mireles creo, ¿O era Perales? ¡Mireles! Tremendo. Tremendo, tremendo pero como la chingada y ahí usted me disculpará licenciado pero... pues eso desde casa, su papá un borrachín de esos de oficio ni beneficio pero ahí usted como lo veía lo tenían como jefe policial del municipio de Guadalupe. Claro que en ese entonces Guadalupe era otra cosa. No, nada que ver. Pero como quiera, pues un puesto grande, ¿no? Tipo, de cierto rigor, cierto ambiente. Pero pues así tenía el papá y pues su hijo... también como la chingada. Total, en una de esas en un baresillo, andabanos... pues mis amigos verda'. Y aquél ya pasado de copas, y pues con las actitudes verda', necio, terco, hablador y hablador... si de por si lo era el cabrón y ahí me disculpará licenciado -se ríe-. No pues, ya nos deslindamos de él, ya no quisimos saber nada de él, lo clásico de él. Pagamos, nos fuimos, anduvimos dando unas vueltas. Cada quién se recogió a sus casas, ¿no había matado aquél bruto de un balazo a otro... que disque' insinuársele a su prometida... a la que ya tenía ya, digo, bien panzona? Así. Sin más ni más. Tocó a su puerta ¡Zas!-haciendo un ademán de caída-. Se desaparece el tremendo. Que se desaparece. Sale su padre al quite, no le pasa nada al cabrón. Resulta que no solo tenía la palanca de su apá'... resulta que el padre de su prometida venía siendo... el jefe... el designado como uno de los altos mandos del entonces recién inaugurado Penal del Topo Chico. Jaja. Pues el cabrón allá a de andar... me dijeron, lo último que supe verda', es que terminó el Saltillo, que ahí la movía de policía... pues sabía disparar el cabrón, verdad? Jajá. Uta'... no, si antes la cosa... la cosa era diferente licenciado.

Entre conserjes

1 - ¿Cómo ve a la Ema mi licenciado? Está buena verdad.
2 - No si, pero la que si me ando ensartando es a la Mascarita. Dicen que no está chida ya si le quitas la máscara, pero pues así mero se arma. Tiene un culote.
3 - Jajajaja, por eso ahí luego andas se sidoso pendejo. Jajajaja, porque a nada le haces el feo.
2 - Jajajaja, por caliente, verdad?
1 - No, pero si está chida. Si tiene lo suyo también la comadre. La Mascarita.
2 - Y con la que se quedó el italiano. Tampoco se fue tan mal el cabrón. La Kuchenka.
1 - Que era ucraniana baboso. Krushenka se llamaba.
2 - Ah, ok... de allá por Rusia mas o menios', no?
1 - Ándale.
3 - Andale, unas rusas, unas rusas se llevó el cabrón, jajajaja, las rusas.
2 -  La rusa, jajajaja, tira lion', jajaja. ¿Pero si son un putazo de viejas como quiera, no? Las que salen ahí en la noche en El Canal.
3 - Si, todas con madre, ¿usted cual se venía llevando acá... mi lic?
2 - Yo las que si me venía llevando son a las del clima.
1 -  No pero pues esas son acá. Esas ya están apartadas para los grandes del canal obviamente.
2 -  Como la que se llevó el Misterioso. El luchadorsillo, ¿a poco usted cree que si anden?
1 - No, por supuesto que no, si eso es para despitarle. Nada más, pura pantalla.
2 - Como quiera para una noche... si está chido.
1 - No, si, si sí estarán bien buenas y todo ... ¿pero a poco ustedes creen que les pagan bien a todas ahí en El Canal? Son todas de prepago.
2 - ¿De prepago?
3 - ¿Cómo?
2 -  Mira, pero si estarás puñetas, que son putas... prostitutas.
3 - ¿A poco tanto así?
1 - Si. De hecho, y si, está pero bien cabrón.
2 y 3 - ¿Al chile?
1 - El otro día fui al casino...
3 - ¡Al Royalee!
1 - ... y andabamos yo, unos camaradas, y el cuñado de mi hermano. Y no pues, ahí andábamos pasando la noche. El vato el chofer.
2 - Si.
1 - Y pues las conoce, a todas. Casi todas, si no es que todas.
2 y 3 - Si.
1 - Y que las anda trayendo de arriba para abajo. Tipo, de que hasta Reynosa... Saltillo, Torreón. Y es... a las rucas estas.
3 -  ¿Y eso? ¿A buscar que se las chinguen?
1 - No, para mí que ya saben qué rollo. Que ya tienen el cliente bien identificado. El programa es pura promoción nomas'.
3 - ¿Sal' chile we?
2 - Ah, y pues nada más anda viendo acá, puro pesado... para ver cual sale y querer llevársela.
1 - Si. Así está... ¿a poco tú crees que El Canal va andar pagándoles miles de pesos... varios miles de pesos, lo mismo a un montón de mujeres?
2 y 3 -  No, pos si.
2 - Fíjate. No sabía.

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