3 sept 2018

Tempestad

Mares de palabras contenidos por costas rocosas,
desfiladeros orgullosos engullidos de espuma rabiosa,
movidos por vientos de ansiedad, mareas de angustia.

El huracán no se acaba para el marinero que ha tocado tierra
sus pies tocan firmeza pero aún el peligro acecha.

Hasta la barca más fuerte ante la más poderosa tormenta
necesita de la protección de un muelle
y en algo tan simple como un nudo y una cuerda.

El oleaje golpea y el marinero escupe sangre sabor salmuera,
sus dedos fríos ya no son sentir y solo función,
él necesita de la barca, la barca de la cuerda.

Un cruce y un revés, estirar y cuidando el pulgar,
y el faro es solo una luciérnaga en la tiniebla.

Solo queda mirar desde la colina y ver las olas quebrar,
el barco asegurado, la cuerda de cáñamo y el muelle centenario,
recordar que ninguna tempestad es eterna ante un nudo de esperar.


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