Cuando pienses en mí triste,
mírame herido y frágil,
al punto de quiebre pero empático,
tu enfermedad es mi padecer.
Estaré ahí para cuando sanes,
cuando regreses feliz,
para que me recuerdes con bromas y juegos.
Renaceré por medio de memorias,
cambiante mis disfraces
así como tus humores
una y otra vez, siempre para ti.
Mientras sientas energía infantil
estaré del otro lado de la mesa
tirando de los dados.
Úsame para dialogar de día,
para discutir de noche
y pelear en madrugada.
Cuando la claridad se pierda
puedo ser la estrella en el horizonte
que te cree un referente
sobre los sismos de la tierra.
Úsame,
pero úsame para bien,
el bien que no te pude dar en vida
y que ruego por ti desde la muerte.
Caray. Qué triste.
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